Reproducimos a continuación una síntesis del artículo de Manuel Villatoro, publicado en http://www.abc.es/20121026/archivo/abci-blas-lezo-201210251658.html sobre Blas de Lezo, héroe español desconocido y digno de admiración.
Blas de Lezo, el almirante español cojo, manco y tuerto que venció a Inglaterra
Valiente,
honorable, buen estratega… oficial tuerto, cojo y manco de la marina española que
consiguió resistir el ataque de 195
navíos ingleses con apenas 6 barcos durante el Siglo XVIII.
Esta historia, digna de salir en cualquier película de la conocida saga «Piratas del Caribe», es una de las muchas en las que se ha demostrado la capacidad estratégica de la marina española de la época. Sin embargo, se suma a las docenas de hazañas que han caído en el olvido.
Esta historia, digna de salir en cualquier película de la conocida saga «Piratas del Caribe», es una de las muchas en las que se ha demostrado la capacidad estratégica de la marina española de la época. Sin embargo, se suma a las docenas de hazañas que han caído en el olvido.
Cojo, manco, y tuerto
Blas de
Lezo nació en Pasajes,
Guipúzcoa, el 3 de
febrero de 1687, aunque aún existe controversia sobre el lugar y el año en que
vino al mundo.
Su carrera militar empezó en 1704, siendo todavía un adolescente.
En aquellos años, en España se sucedía una guerra entre la dinastía de los
Austrias y Borbones por conseguir la corona tras la muerte del rey Carlos II,
sin descendencia. Tenía 17 años cuando se enroló de guardiamarina al servicio de la
escuadra francesa al mando del conde de Toulouse.
Ese mismo
año se quedaría cojo, pues en la batalla de Vélez-Málaga, la más importante de la Guerra de
Sucesión, una bala de cañón se llevó su pierna
izquierda, pero él continuó en su puesto de combate.
Después se le tuvo que amputar, sin anestesia,
el miembro por debajo de la rodilla. Cuentan
las crónicas que el muchacho no profirió un lamento durante la operación.
Aunque el
combate finalizó sin un vencedor claro, el marino comenzó a ser conocido por su
heroicidad.
El ojo lo perdió dos años más tarde, en la misma guerra, en la
fortaleza de Santa Catalina de Tolón mientras luchaba contra las tropas del
príncipe Eugenio de Saboya. «En esta acción y tras el impacto de un cañonazo en
la fortificación, una esquirla se le
alojó en su ojo izquierdo, que explotó en el acto. Perdió así para
siempre la vista del mismo, pero quiso continuar en el servicio y no
abandonarlo» determina Vidondo. Sin duda la suerte no estaba de su lado, pero
Lezo siguió adelante.
Finalmente,
cuando tenía 26 años, el destino volvió a ser esquivo con este marino. «La
Guerra de Sucesión había prácticamente finalizado en julio de 1713 con la firma
de la paz con Gran Bretaña, pero Cataluña seguía en armas por los partidarios
de la casa de Austria. El marino participó en varios combates y bombardeos a la
plaza de Barcelona. En uno de ellos, el 11 de septiembre de 1714, se acercó demasiado a las defensas enemigas y
recibió un balazo de mosquete en el antebrazo derecho que le rompió varios
tendones y le dejó manco para toda su vida», determina el experto. Así,
y tras quedarse cojo, tuerto y sin mano, Blas de Lezo pasó a ser conocido como
el «Almirante Patapalo» o el
«Medio hombre». Su leyenda había comenzado.
El mayor reto de Lezo
El mayor
desafío de Blas de Lezo se sucedió sin duda en Colombia, donde tuvo que
defender Cartagena de Indias (el centro del comercio americano y donde
confluían las riquezas de las colonias españolas) de los ingleses, ansiosos de
conquistar el territorio. En este caso, los
británicos aprovecharon una afrenta a su imperio para intentar tomar la ciudad.
El
pretexto fue el asalto a un buque británico, el Rebecca, comandado por Robert Jenkins, por un guarda costas español. La excusa
perfecta había llegado y se declaró la guerra a España.
Inglaterra
armó toda una formidable flota jamás vista en la historia (a excepción
de la utilizada en el desembarco de Normandía), al mando del Almirante inglés
Edward Vernon. La armada estaba formada por 195 navíos, 3.000 cañones y unos 25.000 ingleses apoyados por 4.000
milicianos más de los EEUU, mandados éstos por Lawrence, hermanastro del
Presidente Washington.
Por el
contrario, Blas de Lezo no disponía de un gran número de soldados ni barcos
para defender la ciudad. «Las defensas
de Cartagena no pasaban de 3.000 hombres, 600 indios flecheros, más la
marinería y tropa de infantería de marina de los seis navíos de guerra de los
que disponía la ciudad La proporción
entre los españoles y los ingleses era de 1 español por cada 10 ingleses»,
explica Vidondo.
Pero, lo
que tenía a su favor el «Almirante Patapalo» era un terreno que podía ser
utilizado por un gran estratega como él. Y es que la entrada por mar a
Cartagena de Indias sólo se podía llevar a cabo mediante dos estrechos accesos, conocidos como
«bocachica» y «bocagrande».
Lezo se
preparó para la defensa, situó varios
de sus buques en las dos entradas a las bahías y dio órdenes de que, en
el caso de que se vieran superados, fueran
hundidos para que no fueran apresados y para que sus restos impidieran la
entrada de los navíos ingleses hasta Cartagena de Indias.
Comienza la batalla
«El 13 de
marzo de 1741 apareció la mayor flota de guerra que jamás surcara los mares
hasta el desembarco de Normandía.
«La
batalla comenzó en el mar. Blas de Lezo apoyaba a los
defensores con la artillería de sus navíos, que había colocado lo
suficientemente cerca. Usaba bolas
encadenadas, entre otras artimañas, para inutilizar los barcos ingleses»,
narra el historiador.
Vernon se dispuso a desembarcar algunos de sus hombres,
que lograron tomar posiciones en tierra. A pesar de los esfuerzos por obstruir los canales incendiando sus propios barcos, los ingleses lograron asentarse en las bahías de Cartagena de Indias.
Vernon se cree vencedor
«Vernon entró entonces
triunfante en la bahía con su buque Almirante con las banderas desplegadas dando la batalla por ganada», narra el
historiador.
La victoria del «Medio hombre»
Vernon
estaba decidido, la hora de la victoria había llegado. Por ello, quiso darle el
broche final tomando el símbolo de la resistencia española: el castillo de San Felipe, donde
resistían únicamente seis centenares de
soldados.
El primer
asalto inglés se hizo contra una entrada de la fortaleza y se saldó con la
muerte de aproximadamente 1.500 soldados a manos de los 600 españoles que
consiguieron resistir y defender su posición a pesar de la inferioridad
numérica. Tras este ataque inicial, Vernon se desesperó ante la posibilidad de
perder una batalla que parecía hasta hace pocas horas ganada de antemano.
Finalmente, y en términos de Vidondo, el oficial ordenó una nueva embestida,
aunque esta vez planeó que sus soldados
usarían escalas para poder atacar directamente las murallas.
En la
noche del 19 de abril los ingleses se organizaron en tres grupos para atacar
San Felipe. Sin embargo, los asaltantes se
llevaron una gran sorpresa: las escalas
no eran lo suficientemente largas para alcanzar la parte superior de las
murallas. «El ‘Almirante Patapalo’ había ordenado cavar un foso cerca de los muros para aumentar su altura y
evitar el asalto», determina Vidondo. Los españoles aprovecharon
entonces y acabaron con cientos de ingleses. La batalla acababa de dar un giro
inesperado debido al ingenio de un solo hombre, o más bien, «Medio hombre».
Tras la derrota, Vernon maldijo a Lezo mientras
huía
Al día
siguiente, tras una cruenta lucha, los menos de 600 defensores lograron que el enemigo se retirara y
volviera a sus navíos. Ahora, y de forma definitiva, la victoria pertenecía
a los soldados españoles y, por encima de todo, a un solo combatiente: el
«Almirante Patapalo».
Vernon abandonó las aguas de Cartagena de Indias. Según cuenta la leyenda, Vernon sentía tanto odio hacia el «Medio hombre» que,
mientras se alejaba junto a su flota de vuelta a Inglaterra, gritó a los
vientos «God damn you, Lezo!» (¡Que
Dios te maldiga, Lezo!). Podía maldecir todo lo que quisiera, pero había
sido derrotado.
Al llegar a su
tierra, parece que Vernon no tuvo valor para dar a conocer la noticia
públicamente, por lo que fue pasando el tiempo hasta que, finalmente, sus compatriotas descubrieron el engaño.
Cuando salió a la luz, la vergüenza fue tan arrolladora para el país que se
tomaron medidas más drásticas para acallar la gran derrota: «El rey Jorge II prohibió todo tipo de
publicación sobre la batalla», finaliza Vidondo.
Vernon
fue relevado y expulsado de la Marina en 1746, aunque la arrogancia y el
orgullo inglés hizo que le enterraran en la Abadía de Westminster, panteón de
los héroes, y en su tumba pusieron: «Sometió a Charges, y en Cartagena
conquistó hasta donde la fuerza naval pudo llevar la victoria»; lo que era la
forma más humillante de ocultar tan vergonzosa derrota.
El Olvido de Blas de Lezo
Afirma Jesús María Ruiz Vidondo que "la
historia militar llena las estanterías de las librerías, pero muchas veces se
trata de libros que tratan asuntos de fuera de España. Últimamente se han
publicado muchos libros sobre Blas de Lezo, pero se lee poco en España y
solamente se interesa una limitada cantidad de personas. En los institutos la
historia de España se da solamente en 2º de Bachillerato y pensando en la
selectividad. Si hoy en día se hiciese una película sobre este personaje
pasaría a ser tremendamente conocido. La historia de estos héroes que ha tenido
España vende mucho menos que otro tipo de programas o artículos.
Los ingleses están orgullosos de
su historia, y a los españoles, que tenemos una historia mucho más rica que la
británica, no nos interesa nuestro pasado, solamente lo utilizamos para
tergiversarlo o utilizarlo políticamente".
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